VIDA Y OBRA DE RUDOLF BULTMANN
Por
Eduardo Enrique Neira Miranda
Santiago, Chile
Enero, 2015
INTRODUCCIÓN
En el desarrollo del pensamiento
filosófico y teológico de principios del siglo XX, se ha visto el progreso de
grandes pensadores que han tenido una injerencia profunda en la reflexión
teológica de su entorno.
En el caso de Europa, la escuela
alemana permitió el surgimiento de teólogos que, marcados por su época e
influenciados por las corrientes filosóficas de su entorno, desarrollaron una
nueva teología de corte existencialista que buscaba dar respuesta al devenir
del siglo. Dos guerras mundiales, crisis en la familia y una religión muy
conservadora, según ellos, por mencionar algunos ejemplos de crisis; derivaron
en la búsqueda de una fe que fuese movida por la razón. Este es el caso de
quien indagaremos en la presente trabajo Rudolf Bultmann.
I.- LA VIDA
DEL TEÓLOGO
Nació, Rudolf Bultmann, el 20 de
agosto de 1884[1] en una aldea llamada Wiefelsfede, cerca de Oldeuburg,
Alemania. Sus padres, descendientes de pastores alemanes luteranos ejercieron
una gran influencia en su pensar protestante.
De niño vivió en la aldea llamada Rostede, donde su padre fue pastor.
Estudió en su escuela (Nolkschule) de
1892 a
1895. Al tiempo, se tuvo que marchar después a la pequeña ciudad de Oldenburg, donde trasladaron a su padre,
y allí cursó el bachillerato en el Gymnasium[2] (1895-1903). De esos
tiempos, el propio Bultmann recordaba las clases de religión y literatura
griega y alemana, con el teatro y la música.
Su contacto inicial con la
teología se produjo en Tubirga, donde
cursó tres semestres entre los años 1903-1904. Allí recibió una fuerte
influencia de K. Müller[3].
Luego en Berlín, estudió dos semestres más (1905) siendo discípulo de H.Gunkel
y A. von Harnarck. Finalmente vino a Manburgo
(1906) y allí escuchó a los grandes
Neokantianos”[4].
En 1910 se licenció de teología
con un trabajo realizado bajo la dirección de J. Weiss y luego de W.
Heitmüller, sobre la predicación de san Pablo y la diatriba de los cinco
griegos.
Bultmann, al poco tiempo se inició
como Herbrer[5] en el Instituto de
Oldeuburg (1906-1907). Luego fue Repetent[6] de teología en el Siminariumm Philippinum de Manburgo
(1907-1912), alternando así docencia y estudios.
Por el año 1912 escribió su tesis
sobre la exégesis de Teodoro de Mopsuestia bajo la dirección de A.Jülicher
(1857-1938)[7], licenciándose como doctor en
teología. En ese mismo año fue nombrado Dozent[8] de Nuevo Testamento,
en la Universidad de Manburgo, donde permaneció por cinco años (1912-1916). En
esos años de Manburgo pudo hacer amistad con algunos de los más grandes
exegetas como: Weiss, Heitmüller, Jülicher; o teólogos como W. Herrman; o
filósofos como: Cohen, Natorp, H. Hortman; o filólogos como: C. Jersen, F. Pfister; e historiadores del arte
como: R. Günther, de aquellos tiempos.
De un modo especial la influencia
que ejerció W. Heitmüller, especialista en historia de las religiones, y M.
Rode, redactor de Die Christliche Welt[9] donde Bultmann
publicó sus primeros trabajos de pensamiento y filosofía de la religión.
Aquellos años le fueron de apertura cultural y múltiples encuentros, fueron
años en que su interés estaba comprometido por un nuevo cristianismo. Allí
empezó un camino denso de enseñanza universitaria hasta su jubilación en el año
1951 y de relaciones fecundas con sus amigos y discípulos.
En 1961 fue llamado como profesor
extraordinario en Breston, Silesia[10],y
allí permaneció por cuatro años, hasta 1920. Eran tiempos de Guerra y post
guerra[11],
de fuertes miserias y grandes necesidades. Bultmann no salió ileso de este
trance. Su hermano mayor cayó en la guerra en el frente de Francia. El trabajo
se hizo cada vez más interesante. Por esa época se casó y tuvo dos hijos
(aunque la tercera nacería en Manburgo).
En el otoño de la década de los
20, le llamaron como profesor ordinario (catedrático) a Giessen, donde sucedió a W. Bousset. Allí se encontró muy a gusto y
hubiese permanecido por más tiempo, a no ser por el llamado realizado en 1921
desde Manburgo, como sucesor de Heitmüller. Este era su hogar académico. Ciudad
cultural y por eso mismo, decidió quedarse definitivamente a pesar de otras
invitaciones[12] hasta su jubilación (1951) y
su muerte (1976).
Importante, además, es analizar en
forma especial sus diez primeros años, que fueron también los más felices, en
Manburgo (1921-1931). Son los tiempos de su encuentro con la teología
dialéctica[13] y el existencialismo[14].
Después vinieron los años más duros del Nazismo[15]
y de la guerra. Sin oponerse frontalmente al régimen de Hitler (como sí lo hizo
K. Barth), Bultmann se distancia de él (Hitler) y forma parte de la Bekemmen de Kabirche[16], siendo marginado
por ello. Familiarmente vuelve a sufrir producto de la guerra. Su último
hermano muere en un campo de concentración. Tras la victoria de los aliados,
participa en el resurgimiento de su Universidad de Manburgo y fue reconocido
como maestro, especialmente, en Gran Bretaña y U.S.A.
En el momento inicial de su
carrera, Bultmann no fe un escritor prolifero, al menos en el campo bíblico,
sino todo lo contrario. En 1910 (año de su tesis) y 1921 (año de la edición de
su libro Historia de la Tradición
Sinóptica) , aparte de algún trabajo ocasional sobre exégesis, sólo
publicó unas pocas recensiones sobre libros de tipo exegético y
filosófico-teológico. Más que la Biblia en sí, parecía importarle el
pensamiento religioso. Por vocación y estudio, Bultmann vino a situarse en un
lugar donde confluían tres grandes corrientes: cultural, filosófica y teología
liberal, e historia de las religiones. Ellas determinaron, no sólo al comienzo,
sino todo el transcurso de la obra exegética del teólogo.
II.- SUS
INFLUENCIAS FILOSOFICAS
Para poder sopesar el pensamiento
del Bultmann y, a su vez, comprender cómo llega a desarrollar su proceso
teológico que, con el correr del tiempo, ha influenciado el devenir teológico
del siglo XX y aún el actual, es necesario analizar sus influencias obtenidas
del contacto con el mundo filosófico en la Universidad de Manburgo, Alemania.
Bultmann es exegeta desde un plano
científico aunque siempre su interés fue ser un pensador. Por ello, estudia la
filosofía de los griegos y alemanes, especialmente aquellos que son de la línea
de Kant y Heidegger[17].
Su búsqueda del hombre lo sumerge en la filosofía, llevándole a ser un pensador
de la existencia[18] pues él mismo es quien
asevera:
El problema de la comprensión ha adquirido una
claridad decisiva al presentar Heidegger la comprensión como algo existencial, y a través de su
análisis de la interpretación, como desarrollo de la comprensión; pero, sobre
todo, gracias a su análisis del problema de la historia y de su interpretación
de la historia de la existencia [19].
Desde su perspectiva neokantiana
Bultmann enfatiza que la religión es el camino que tiene el hombre para abrirse
hacia el infinito. En este sentido realiza una serie de trabajos netamente
filosóficos que abarcan las temáticas de la naturaleza, la cultura y, por
supuesto, la religión.
Bultmann, en un primer paso, ve la
religión como una moralidad trascendental con lo cual interpreta el evangelio
desde una perspectiva ética: El mensaje de Jesús ha de entenderse desde la
verdad racional, como ideal de un grupo humano que lleva a niveles de
sacramento la ética de la filosofía[20].
De ahí que para Bultmann, el
hombre es un ser ilimitado que busca
constantemente su plenitud pero es incapaz de conseguirla. De ahí entiende que
el hombre es un ser caído, ser que
permanece siempre en la impotencia de sí mismo: cada vez que cree encontrar su
realidad por medio de sus fuerzas se destruye; cada vez que quiere ser un ser absoluto pierde su sentido.
Si la teología habla de Dios, en
cuanto que Dios tiene algo que hacer con el hombre. Entonces, ¿cómo hablar del
hombre? En ello, la teología liberal asumió la concepción del hombre propia del
idealismo[21], según el cual el ser del
hombre es logos, razón, y por tanto es divino. Sin embargo, Bultmann cree que
la analítica existencial de Heidegger es la que ofrece un instrumento válido
para individuar las estructuras de la existencia[22].
En esta situación, el hombre se
entiende como existencia histórica (historicidad),
como apertura a lo porvenir: el hombre se discierne en la decisión y se realiza
en la acción. En un ensayo de 1928[23]
(un año después que Heidegger publicara
su “Ser y Tiempo”) el teólogo alemán escribe:
Consideramos que se entiende más adecuadamente la
existencia del hombre si la define como historicidad. Por historicidad del ser
humano queremos decir que tal ser es un poder-ser. Es decir, que el ser del
hombre… está en juego de vez en cuando en las situaciones concretas de la vida,
que procede por decisiones.
La influencia ejercida por
Heidegger en Bultmann se debió a que ambos tuvieron un contacto muy estrecho en
la universidad de Manburgo entre los años 1923 y 1929[24].
Para el filósofo, el ser del hombre es existencia, ex-sistere, un se-fuera de sí, en ser-más allá de lo que, de hecho,
de vez en cuando se es; es poder-ser y poder decidirse. De ahí que la
existencia inauténtica es existencia
caída al nivel del mundo, es huida de sí, es dejarse prender por las cosas, es
vivir y perderse en las preocupaciones cotidianas; es la existencia del hombre
atareado en el mundo. En tanto que la existencia auténtica es un comprenderse a partir de sí mismo y de las propias
posibilidades y un actuar-se es la decisión y en la acción; es vivir las
propias posibilidades, es presencia a uno mismo, es aceptación de sí, de la
propia finitud y contingencia y de la muerte como última e infranqueable
posibilidad. El pro-tenderse del ser del hombre en la decisión y en la
responsabilidad, desde el nacimiento hasta la muerte; es su historicidad.
En la actualidad aún se discute
hasta qué punto es legítima en Bultmann esta ascensión de categorías y de la
filosofía de la existencia; él siempre ha afirmado servirse de ella sólo como
de una necesaria conceptualidad neutral para interpretar y expresar la
comprensión de la existencia propia del Nuevo Testamento. Por ello, lo que
Heidegger tiende a calificar como existencia
auténtica sigue siendo en el Nuevo Testamento una existencia inauténtica y
además no está en poder del hombre. La existencia auténtica sólo es posible en
Dios y en su palabra.
Según la analítica existencial de
Heidegger, el paso de la existencia inauténtica a la existencia auténtica es
para el hombre una posibilidad ontológica (en la línea de principio) y óntica
(de hecho). Sin embargo, para el Nuevo Testamento, según Bultmann, dicho paso
es para el hombre una posibilidad ontológica (en la línea de principio), pero
no de hecho (óntica)[25].
La filosofía, que para Bultmann la
mejor es la de Heidegger, sólo puede analizar las estructuras formales de la
existencia, pero es impotente para resolver su problema.
Un aspecto importante de hacer
notar es siempre la diferencia que se hace – incluso Bultmann lo plantea en sus
escritos – entre existencial
(existenzial) y existentivo (existenzialle)
[26]
cuyo uso, tanto en la filosofía como en la teología de la existencia:
existentivo, se refiere a lo que pertenece a la existencia concreta, vívida;
existencial se dice del análisis, la tematización, la interpretación de lo
existentivo. Tomando este concepto, Bultmann establece entre el Jesús histórico
y el Cristo de la fe una censura que puede ser consecuente con la lógica de su
interpretación existencial, pero puede no estar conforme con el dictado del
Nuevo Testamento.
Aunque la influencia del
pensamiento existencialista de Heidegger es muy fuerte en Bultmann, éste
comparte con K. Barth la herencia de la teología dialéctica:
Inspirándose
en Kierkegaard y en el existencialismo, concibe a Dios como «lo totalmente
otro», lo radicalmente distinto, de modo que todo cuanto puede decir el hombre
de Dios con la sola razón no es más que la negación de lo que es Dios; una
afirmación que ha de ser inmediatamente negada. Por esto mismo, no es posible
recurrir a la analogía del ser, como suele hacer la teología: sólo es posible
la analogía de la fe; sólo ésta, a través de la Biblia, pone en la mente del
hombre las palabras con que puede nombrar y hablar de Dios. No existe, pues,
una teología natural acerca de Dios. A su vez, el hombre es pura nada; su
sentido es ser destinatario de la revelación y todo cuanto pueda conocer el
hombre de sí mismo por las ciencias es meramente accidental; lo que es el
hombre sólo lo aclara la fe. Por eso la teología dialéctica colma el abismo que
separa al hombre de Dios proclamando la necesidad de la fe y dando a conocer al
hombre la Palabra -el Verbo- de las Escrituras con que puede conocer de algún
modo a Dios[27].
Bultmann funciona con una rigurosa
concepción antropológica-existencial de la revelación: “La revelación acontece como tal, como palabra de Dios, sólo cuanto
clarificación de la existencia”.
Finalmente, es interesante en éste
aspecto, destacar el comentario que hace Gadamer[28]
de Bultmann, cuando dice:
Más radical que Lutero, Bultmann admitía en el
fondo, tan sólo un sacramento: el de la palabra… Él… quiso confirmar su extrema
honestidad y el punto de verdad de sus ideas incluso más allá de la muerte,
disponiendo por testamento que el rito fúnebre eclesiástico, además de la
música, encontrasen expresión solamente el canto de la comunidad y la de la
Sagrada Escritura: la palabra del Antiguo y al Nuevo Testamento han conmemorado
de manera silenciosa y serena esta vida larga y fecunda[29].
Tan importante es la influencia de
la filosofía existencial, en especial de Heidegger, la cual ocupa para erigir
sus reflexiones teológicas que, finalmente llega a decir: “el cristianismo comienza con la experiencia de la pascua y el kerygma
de la Iglesia: es decir, con la fe en Cristo y con el anuncio de Cristo”[30] .
III.- SUS
OBRAS Y PENSAMIENTOS MÁS RELEVANTES
Rudolf Bultmann no se caracterizó
por ser un gran escritor. Mas bien fue un investigador, un científico que,
aunque escribió, en su mayoría fueron ensayos que se compilaron en libros como:
Creer y Comprender I – II o Jesucristo y Mitología por
nombrar solo dos. Estos son diversos ensayos o conferencias que fueron editadas
como el mismo expresa:
Finalmente, he de expresar mi agradecimiento al
profesor Paul Schubert, que ha preparado el manuscrito para su publicación, al
profesor Erich Dinkler y a los señores D.E.h. Whitely y Víctor P. Furnish, que
han colaborado con él en las diversas etapas de su trabajo[31].
Sus obras más importantes son la
publicación de Teología del Nuevo
Testamento e Historia
de la Tradición Sinóptica. Sin embargo, la obra que más ha influido en
el mundo de la teología, sin duda, es el ensayo Nuevo Testamento y Mitología, en el cual plantea la
proposición hermenéutica de la “desmitologización” del Nuevo Testamento como
elemento interpretativo de las Escrituras.
Para mejor entender el pensamiento de Bultmann
es necesario tomar algunas de sus frases más relevantes de lo que ha publicado.
No es intención de la presente monografía, resaltar sus postulados, sino
esbozar sus planteamientos a fin de evaluarlo de primera fuente y así concluir
de manera objetiva su contribución al mundo académico.
Bultman, como mencioné líneas
atrás, fue un ensayista y conferencista bastante importante en la Europa de
mediados del siglo pasado[32]
y cuyo trabajo influyó decisivamente en la teología liberal que actualmente
está en boga en nuestro medio latinoamericano. Por ello, es necesario conocer
un listado de sus ensayos entre los cuales sacaré las ideas más importantes, a
mi juicio, tomando como base su propuesta hermenéutica y su concepción
existencialista de la religión. Algunos de los ensayos[33]
escritos por el teólogo son:
1.
La teología
liberal y el reciente movimiento teológico, 1924.
2.
¿Qué sentido
tiene hablar de Dios?, 1925.
3.
“La resurrección
de los muertos”, de Karl Barth, 1926.
4.
¿Religión
histórica y suprahistórica en el cristianismo?, 1926.
5.
Sobre el
problema de la cristología, 1927.
6.
El
significado de la “Teología Dialéctica” para la ciencia del Nuevo Testamento,
1928.
7.
La escatología
del Evangelio de Juan, 1928.
8.
Iglesia y
enseñanza en el Nuevo Testamento, 1929.
9.
El
significado del Jesús histórico para la teología de Pablo, 1929.
10.
Sobre el
problema del prodigio (inédito).
11.
El
mandamiento cristiano del amor al prójimo, 1930.
12.
La cristología
del Nuevo Testamento (inédito).
13.
El concepto
“Palabra de Dios” en el Nuevo Testamento” (inédito).
14.
El problema
de la teología natural (inédito).
15.
El
significado del Antiguo Testamento para la fe cristiana (inédito)
16.
El mensaje de
Jesús y el problema de la Mitología.
17.
La
interpretación de la escatología mitológica.
18.
El mensaje
cristiano y la visión moderna del mundo.
19.
La
interpretación bíblica moderna y la filosofía existencialista.
20.
La
significación de Dios como acto.
21.
La crisis de
la fe, 1931.
22.
Polis y Hades
en la “Antígona” de Sofocles, 1936.
23.
Cristo, fin
de la ley, 1940.
24.
La
comprensión del mundo y del hombre en el Nuevo Testamento y en el helenismo,
1940.
25.
El problema
de la revelación natural, 1941.
26.
Adán, ¿dónde
estás? Sobre la imagen del hombre en la Biblia, 1945.
27.
Vinculación y
oposición, 1946.
28.
Humanismo y
cristianismo, 1948.
29.
Gracia y
libertad, 1948.
30.
Profecía y
cumplimiento, 1949.
31.
El
cristianismo como religión oriental y occidental, 1949.
32.
El problema
de la hermenéutica, 1950.
33.
El
significado de la tradición veterotestamentaria y judía para el Occidente
cristiano, 1950.
34.
La confesión
cristológica del Consejo Ecuménico, 1951-1952.
35.
Formas de
comunidad humana (inédito).
36.
El
significado de la idea de libertad para la cultura occidental (inédito).
37.
Sobre la
cuestión de la reforma de los estudios teológicos, 1933.
38.
Exegética I,
1971
39.
Historia y
escatología, 1974.
Es evidente que ante tal cantidad
de escritos condensar y penetrar en profundidad su pensamiento es una obra
titánica. Sin embargo, sí es posible dar, a lo menos, un somero vistazo a lo
más importante de sus reflexiones teológicas.
SUS
PENSAMIENTOS MAS RELEVANTES…
Es la intención de la monografía
mostrar, dentro de un contexto biográfico, la línea de pensamiento de R.
Bultmann y no hacer de estas reflexiones teología ni menos, al menos en esta
sección, una evaluación de su pensamiento.
Bultmann tratando de separarse de
la teología liberal, dice:
¿A dónde condujo el camino de la teología Liberal
histórico-crítica? Si al principio estaba animada por la confianza de que la
crítica liberal del fardo de la dogmática y conduce luego a captar la imagen
auténtica de Jesús, en la cual puede basarse la fe, aquella opinión pronto se
manifestó como una quimera. La ciencia histórica no puede conducir a ningún
resultado que pueda servir de fundamento a la fe, porque todos sus resultados
no poseen más que un valor relativo[34].
Más adelante agrega:
La fe no puede captarse en modo alguno con ayuda del
conocimiento científico... También el Jesús histórico es un fenómeno entre
otros, no una realidad absoluta… Se puede hablar de un panteísmo de la historia
en la teología liberal… En la religión de los primitivos se descubre lo divino
en objetos o en fenómenos particulares de la naturaleza: en una piedra o en un
árbol…[35].
En cuanto a la problemática ¿qué
sentido tiene hablar de Dios? Bultmann nos dice: “Si por hablar de Dios se entiende hablar “sobre Dios”, entonces
semejante lenguaje no tiene sentido alguno; pues en el momento que eso ocurre,
se ha olvidado su objeto propio: Dios”[36].
Tomando como base la idea de K.
Barth en que Dios es: “el totalmente
otro”, Bultmann plantea:
…hablar de Dios como el completamente distinto tiene
sentido cuando he visto que la situación real del hombre es la del pecador que
desea hablar de Dios, pero no lo puede; desea hablar de su existencia, pero
tampoco lo puede. Tendría que hablar de ella en cuanto determinada por Dios, y
únicamente puede hablar de ella como pecadora, o sea, como una existencia en la
cual él no puede ver a Dios, frente a la cual Dios aparece como el
completamente distinto… No sabemos nunca nada de Dios; no sabemos nunca nada de
nuestra propia realidad; ambas cosas las tenemos únicamente por la fe en la
gracia de Dios[37].
En cuanto al problema de la
cristología, Bultmann realiza un ensayo sobre la obra de Emanuel Hirhsch, Jesucristo el Señor, frente a lo
cual afirma:
Antaño, en la auténtica ortodoxia, la teología era
la ciencia de la fe en cuanto fides quae creditur (la fe que se cree)
por la fe como fides qua creditur (la fe con que se cree). Justamente se
consideraba a fides quae creditur como objeto de investigación
científica; bien en cuanto que ella procura, por un lado, a la teología
racional “natural” una fundamentación del dogma, bien en cuanto que, por otro
lado, con los medios de la lógica, reduce a sistema las ideas tomadas de la
Escritura y del dogma en cuanto autoridades formales, con lo cual considera
garantizado el carácter de revelación de las ideas en cuestión, en virtud de su
origen sobrenatural[38].
Y más adelante plantea:
La cristología, en su opinión – referido a Hirhsch – “ha de comprender genéticamente la confesión de la fe en la divinidad de
Jesucristo. Ha de demostrar cómo la imagen evangélica de Jesucristo, en cuanto
palabra de Dios arrolladora, está viva en el corazón; en qué experiencias
interiores la fe ha aprendido a justificar el hecho de doblegarse ante Jesús
como el Cristo, como la palabra de Dios”. De esta manera, la experiencia que
tenemos en Jesús, se describe como una emoción del corazón. Mas si mi emoción
es el testimonio que poseo de mi unión con Dios, entonces me remito
precisamente a mi experiencia, cuando debía referirme a la palabra de Dios. La
fe nacida de semejante emoción es, en última instancia, una fe nacida de mí
mismo[39].
En el punto cuarto de su comentario
a la obra de Hirhsch, enfatiza:
No
puedo, pues, admitir que Hirhsch hable teológicamente de Jesucristo; y estimo
que en la exposición renuncia a sus propios puntos de vista fundamentales, para
caer en una teología de la vida de Jesús caducada. Por eso no quiero examinar
aquí más a fondo la primera parte del libro. Los matices propios que contiene
la imagen aquí bosquejada, desaparecen detrás de la postura general, y una
discusión de los detalles, únicamente quiero lamentar, respecto a la primera
parte, que el autor se haya expresado de una manera tan sucinta; los conceptos
importantes no se desarrollan, ni se interpretan a fondo los pasajes capitales.
Este defecto, naturalmente, puede subsanarse en una segunda edición[40].
Mas adelante, se refiere a la fe y
dice de ella:
La fe (la fides qua creditur) es, en cuanto
escucha obediente de la palabra, según la cual yo soy pecador y Dios me perdona
los pecados en Cristo, acto libre de la decisión. Pues solamente en el acto
libre de decisión se realiza el ser del hombre como histórico. Creo que también
en esto estoy de acuerdo con Hirhsch. Surge entonces la tarea teológica de
asegurar este acto de la fe, no entendiéndolo indebidamente como una obra, lo
cual calificó Herrmann de tarea todavía abierta[41].
En defensa de la teología
dialéctica, respecto de dos conferencias dictadas por los profesores D. Lr.
Staerck y D. Dr. Hempel pronunciadas el 18 y 19 de octubre de 1927 plantea:
Por la expresión “Teología dialéctica” no se
ha de entender un sistema teológico de principios dogmáticos determinados, que
serían importantes para la ciencia neotestamentaria, como enunciados sobre el
pecado y la gracia, sobre la revelación y Cristo, los cuales se deducirían de
un principio dogmático. Semejantes enunciados no afectarían para nada a la
ciencia neotestamentaria, pues ésta no quiere saber otra cosa que comprender lo
que dice el Nuevo Testamento”.
Más adelante agrega:
Por “Teología dialéctica” no se ha de
entender tampoco un método de investigación, que habría de reemplazar, por ejemplo,
al método histórico. Si en el quehacer filosófico es posible que exista algo
así como un “método dialéctico”, para la ciencia neotestamentaria no puede
haber más que un método, el histórico… El método dialéctico dentro de la
filosofía se basa en la idea de que toda verdad expresada es una verdad
parcial, y que la manera más segura de encontrar la verdad total subyacente es
sobre todo oponerle la afirmación contraria… Luego una afirmación teológica no
es cierta por expresar un contenido válido intemporal, sino cuando da la
respuesta a la cuestión de la situación concreta correspondiente, a la cual la
afirmación misma pertenece como expresada. Su verdad no es la de un principio
válido intemporal, sino la verdad de la palabra temporal; no lo dicho aisladamente,
sino el decirlo es lo que cae bajo el problema de la verdad[42].
En el ensayo titulado: Sobre el problema del prodigio –
que es un escrito inédito sólo publicado en Creer
y Comprender, Tomo I – Bultmann afirma:
Con el concepto de prodigio se afirman dos cosas
distintas: 1.- el prodigio es un acto de Dios (de la divinidad o de los
dioses), que se diferencia de los acontecimientos provenientes de causas
naturales o de la voluntad o actividad humanas. 2.- El prodigio es un
acontecimiento maravilloso contra naturam, entendiendo la naturaleza
como el proceso de las cosas naturales que discurre en un orden regular… La
idea de prodigio como milagro se ha hecho imposible hoy para nosotros, porque
entendemos el proceso de la naturaleza como acontecer regular y, en
consecuencia, lo prodigioso como ruptura de la cohesión regular de evolución
natural; esa idea nos resulta hoy ya irrealizable. Y no porque semejante
acontecimiento contradiga toda experiencia, sino porque la regularidad,
implícita para nosotros en la idea de naturaleza, no es una regularidad
comprobable sino supuesta, y porque no podemos librarnos de ese supuesto a
nuestro talante[43].
En otro escrito plantea:
El hombre moderno da por supuesto que el curso de la
naturaleza y de la historia, lo mismo que su propia vida íntima y su vida
práctica, nunca son interrumpidos por la intervención de unos poderes
sobrenaturales[44].
En su tratado, La crisis de la fe, se plantea la
fe auténtica como:
“aquella que
surge del carácter problemático de la existencia, que no se aprende ni se
retiene en una doctrina, sino que aflora a la conciencia en el instante[45]… La fe cristiana tiene
como nota peculiar que habla de un acontecimiento que le da derecho a ello; que
escucha una palabra que le exige incluso el reconocimiento de Dios como un
frente a. Para el cristianismo, la fe en Dios no es fe y confianza en Dios en
general, sino la fe en una palabra determinada, que se le anuncia[46].
Frente a la comprensión del mundo
y del hombre llega a firmar: “tengo que
vivir mi vida y morir mi muerte”[47]. Con esto muestra,
al igual que en otras citas, una clara influencia de la filosofía
existencialista, en especial, como hemos visto anteriormente de Martín
Heidegger.
J. P. Sartre[48]
también aporta lo suyo al pensamiento de Bultman cuando el teólogo expresa:
Mas ¿cuál es el verdadero centro del pecado? ¿Cuál
es ese centro, si es cerrarse al futuro? Es la angustia. Es la angustia del
hombre, que no quiere “renunciar a la oscuridad”, que quiere aferrarse a sí
mismo. Es la angustia ante Dios, y por lo mismo la rebeldía contra él[49].
Además en otro escrito Bultmann
plantea: “El desconsuelo, la secreta
angustia que late en las profundidades del alma cuando el hombre piensa que,
por sí mismo, ha de lograr la propia seguridad”[50].
En cuanto al problema de la
Hermenéutica (ensayo publicado en 1950) Bultmann afirma: “la hermenéutica sería entonces la ciencia de la comprensión de la
historia en general”[51]. Atendiendo con ello a una hermenéutica
general a todo texto, incluso al Bíblico reflexiona:
La orientación de la interpretación no es
problemática, cuando está guiada por la pregunta sobre aquellas cosas cuya
comunicación pretende el mismo texto[52];… La interpretación de
los escritos bíblicos no está sometida a otras condiciones de la comprensión
que las de toda la restante literatura”[53].
En cuanto a la pregunta ¿cuál es
el interés que nos guía? respecto de la Biblia, Bultmann afirma: “No cabe duda de que la Biblia es un
documento histórico, y hemos de interpretarla según los métodos de la
investigación histórica”[54]. Ampliando el tema
en otro de sus escritos nos dice:
Es sólo cuando se oye la Escritura – la fe se demuestra - como una palabra dirigida personalmente a nosotros, como Kerygma, es
decir, cuando la experiencia consiste en encuentro y respuesta a la palabra
dirigida… La Palabra de Dios está oculta en la Escritura, tal como cualquier
otro acto suyo[55].
Incluso llega a afirmar:
El problema de la comprensión ha adquirido una
claridad decisiva al presentar Heidegger la comprensión como algo existencial,
y a través de su análisis de la interpretación, como desarrollo de la
comprensión; pero, sobre todo, gracias a su análisis del problema de la
historia y de su interpretación de la historicidad de la existencia[56].
Una de las más interesantes
reflexiones del teólogo alemán acerca de su más controvertida propuesta: la
“desmitologización” del Nuevo Testamento dice así:
A este método de interpretación del Nuevo Testamento
, que trata de redescubrir su significado más profundo oculto tras las
concepciones mitológicas, yo llamo desmitologización – término que no
deja de ser harto insatisfactorio. No se propone eliminar los enunciados
mitológicos, sino interpretarlos. Es, pues, un método hermenéutico. Pero su
significación será mejor comprendida en cuanto hayamos puesto en claro el
significado de la mitología en general[57].
Finalmente, en cuanto a la función
que debe guiar al teólogo reflexiona:
Nuestra tarea consiste, pues, en descubrir el
principio hermenéutico gracias al cual podamos comprender lo que nos dice la
Biblia… Cada intérprete depende ineludiblemente de las concepciones que ha
heredado, consciente o inconscientemente, de una tradición, y de toda tradición
depende a su vez de una u otra filosofía[58].
Defendiéndose de sus detractores
Bultmann agrega:
Nuestro intento radical de desmitologizar el Nuevo
Testamento es de hecho un paralelo perfecto de la doctrina de San Pablo y
Lutero de la justificación por la fe solamente aparte de las obras de la Ley…
El hombre que desea creer en Dios como su Dios debe comprender que no tiene
nada en la mano sobre lo cual basar su fe… Hemos aprendido de Lutero que no hay
lugares sagrados en ninguna parte del mundo. Todo el mundo es profano… Es la
falta de fe lo que hace al mundo profano y le devuelve su propia autonomía como
el campo de los esfuerzos del hombre. Pero es justamente por esta razón que la
relación del creyente con el mundo y con la cosmovisión de la ciencia moderna
es la relación paradójica de “como si no”[59].
CONCLUSIONES
El adagio: “el teólogo es hijo de su tiempo”, queda plenamente de manifiesto
en la vida y obra del teólogo alemán Rudolf Bultmann. Al analizar su vida y su
formación teológica queda a la vista su visión mas bien “pesimista” de la vida
y de la religión. Le es imposible poder separarse de su concepto
existencialista de la vida y de su imperiosa necesidad de explicarse por medio
de la razón y del uso del método científico la Escritura a fin de dar respuesta
a lo que el define como el hombre moderno.
Siendo su visión impregnada por la
filosofía existencialista de Heidegger y
Sartre su base de inició a sus reflexiones teológicas se centran más en el
pensar religioso que en la Biblia. Por ello, no es extraño encontrar un uso muy
profundo de la filosofía para explicar aquellos fenómenos religiosos. Con el
intento de hacer inteligible la Escritura a su mundo contemporáneo subyace la
conciencia, en el teólogo, que la libertad de decisión es fundamental para
encontrarle sentido a la fe. Entiende con ello que la Revelación acontece, en
cuanto palabra de Dios, sólo como agente clarificador de la existencia.
Siendo que no se considera un
teólogo liberal, si fue fuertemente influenciado por ella, en cuanto propone
una hermenéutica nueva para comprender el Nuevo Testamento: La
desmitologización. Pues, quiera o no, como hombre que está inserto en un mundo
que ha sido flagelado por dos guerras mundiales, su mentalidad de “hombre
moderno” le impide entender el prodigio como milagro. De ahí la necesidad
imperiosa que ve él en tener que reinterpretar los milagros que se narran en el
Nuevo Testamento.
Bibliografía Compendiada
Bultmann,
Rudolf. “Creer y Comprender I”,
Madrid, Ediciones Studium, Bailén, 1974.
Bultmann
Rudolf, Creer y Comprender
II, Madrid, España. Ediciones Bailén, 1976.
Bultmann
Rudolf, “Historia de la Tradición
Sinóptica”, España: Ediciones Studium, 1976
Bultmann,
Rudolf. “Jesucristo y Mitología”,
Barcelona, Libros del Nopal, Ediciones Ariel, 1970.
Bultmann,
Rudolf. “Nuevo Testamento y Mitología”,
Buenos Aires, Ediciones Almagesto, 1998.
Bultmann,
Rudolf. “Teología del Nuevo
Testamento”, Salamanca, España. Ediciones Sígueme, 2001.
Diccionario
de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A.,
Barcelona.
Diccionario
de la Lengua Española, RAE. Edición CD-ROM.
Gibell,
Rosino, La teología del siglo XX,
Santander, España: Sol Terrae, 1998.
Heidegger, Martín. “Ser y Tiempo”. Santiago de
Chile, Editorial Universitaria, 1998.
[1] Bultmann
Rudolf, Historia de la Tradición Sinóptica, (España: Ediciones Studium,
1976), pág.13.
[2] “Gymnasium” tiene por significado
Instituto Humanista.
[3] K.Müller era un historiador de la Iglesia
Alemana.
[4] Para
saber más acerca de los Neokantianos, consultar el Diccionario de filosofía en
CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. Todos los
derechos reservados. ISBN 84-254-1991-3. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni
Martínez Riu.
[5] “Herbrer” significa Maestro de Religión.
[6] “Repetent” significa repetidor o maestro
auxiliar.
[7] A.
Jülischer es un teólogo alemán experto en parábolas.
[8] “Dozent” significa maestro auxiliar.
[9] Era el órgano
oficial de la teología liberal de la época.
[10] En la
actualidad es Polonia.
[11] Europa
viene saliendo de la Primera Guerra Mundial que fue entre los años 1914 y 1918.
[12] En 1930
fue invitado a enseñar a Liepzig.
[13] (del
griego, dialektiké tekhne, arte dialéctico, del verbo dialego, conversar,
discutir) Desde un punto de vista histórico, dialéctica es tanto el simple arte
de la conversación y discusión y el equivalente medieval de la lógica, como un
muy complejo sistema de pensamiento en Hegel y un método adecuado de
interpretación de la realidad, sobre todo social, en Marx, inspirado en Hegel.
[14]
Conjunto de tendencias filosóficas modernas, que, pese a sus divergencias,
coinciden en entender por existencia, no la mera actualidad de unas cosas o el
simple hecho de existir, sino aquello que constituye la esencia misma del
hombre. El hombre, en esta perspectiva, no es la especie humana o una noción
general, sino el individuo humano considerado en su absoluta singularidad. La
mayoría de autores se remiten a Søren Kierkegaard (1813-1855), como punto de
referencia inicial. Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996.
[15] Del Nacionalsocialismo.
Movimiento político y social del tercer Reich alemán (1933-1945), de carácter
pangermanista, fascista y antisemita. Diccionario de la Lengua Española, RAE,
[16] Esto
es, Iglesia Confesante y libre.
[17] Quizás
el libro que más influyó en el pensamiento de Bultmann fue “Ser y Tiempo”, escrito por Martín Heidegger cuya aparición fue en
la primavera de 1927. En su introducción, Heidegger dice: “la elaboración concreta de la pregunta por el sentido del “ser” es el
propósito del presente tratado. La interpretación del tiempo como horizonte de
posibilidad para toda comprensión del ser en general, es su meta provisional”.
[18] Así lo
denomina Xabier Pikasa, en la introducción a la edición castellana de “Teología del Nuevo Testamento” de R.
Bultmann.
[19]
Bultmann Rudolf, Creer y Comprender
II, Ediciones Bailén, 19 – Madrid, pág.187.
[20] Bultmann Rudolf, Historia de la Tradición Sinóptica,
España: Ediciones Studium, pág 17.
[21] Gibell,
Rosino, La teología del siglo XX,
Santander, España: Sol Terrae, 1998 – Serie: Presencia Teológica. Pág. 40
[22] Gibell,
loc. Cit.
[23] Ibid.,
pág.41
[24] Entre
los años 1923 y 1929 Heidegger asume la cátedra de filosofía reemplazando al
profesor Freiburg.
[25] Gibell,
Rosino, La teología del siglo XX,
Santander, España: Sol Terrae, 1998 – Serie: Presencia Teológica. Pág. 42
[26] En un
análisis existencial (Existenziell) del ser, como los llevados a cabo por la
metafísica tradicional, partimos de un determinado concepto del ser y lo que
obtenemos, por tanto, como caracteres esenciales del mismo son conceptos
existenciales o categorías, referidos a su constitución óntica. Heidegger
inicia su Ser y tiempo con una crítica a este proceder, al que acusa, en unos
casos, de limitarse a obtener conceptos de una imprecisión y vaguedad tales que
los invalida en realidad como tales conceptos, o, en otros, de que los
conceptos obtenidos sólo tienen sentido partiendo de ciertos prejuicios que han
escapado al análisis y que constituyen así el auténtico sentido indefinido
todavía del ser. Heidegger pretende escapar a este proceder adoptando un punto
de vista fenomenológico, esto es, que parta del análisis de la facticidad de su
objeto. Este objeto es el ser-ahí, y sus caracteres esenciales hallados, como
decimos, en el análisis de su facticidad, se llamarán existenciarios para
distinguirlos de los que hubieran resultado de un análisis tradicional, y se
podrán finalmente recopilar en un solo existenciario: el de la cura.
[27]
Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder
S.A., Barcelona. Todos los derechos reservados. ISBN 84-254-1991-3. Autores:
Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.
[28]
Gadamer, Hans Georg HIST. Filósofo alemán. Nació en Marburgo en 1900, y ha sido
profesor en Leipzig (1939), Francfort (1947) y Heidelberg (desde 1949). Desde
1953 dirigió la Philosophische Rundschau. Su formación inicial se situó en el
horizonte de la influencia neokantiana y de la fenomenología, y en el estudio
del pensamiento griego. Pero su actividad filosófica se sitúa en la corriente
de pensadores como Nietzsche, Dilthey, Husserl y, especialmente, Heidegger, y
desemboca en la formación de la hermenéutica filosófica.
[29] Gibell,
Rosino, La teología del siglo XX,
Santander, España: Sol Terrae, 1998 – Serie: Presencia Teológica. Pág. 48.
[30] Ibid.,
pág.52
[31]
Dedicatoria realizada por R. Bultmann en su libro “Jesucristo y Mitología”, editado en Manburg en abril de 1958.
[32] Cuando
se habla de siglo pasado, me estoy refiriendo al siglo XX
[33] La
mayoría de estos ensayos están en un compendio que lleva por nombre “Creer y comprender” que son cuatro
tomos y “Jesucristo y Mitología” que
son una serie de conferencias dictadas por el profesor Bultmann.
[34]
Bultmann, Rudolf. “Creer y Comprender
I”, Ediciones Studium, Bailén, 19 – Madrid, página 8.
[35] Ibid.,
pág.9-10
[36] Ibid.,
pág. 27.
[37] Ibid.,
pág. 31, 36.
[38] Ibid.,
pág.81-82
[39] Ibid.,
pág.87.
[40] Ibid.,
pág.91-92
[41] Ibid.,
pág.94
[42] Ibid.,
pág.106
[43] Ibid.,
pág. 187
[44]
Bultmann, Rudolf. “Jesucristo y
Mitología”, Libros del Nopal, Ediciones Ariel, Barcelona, página 19.
[45]
Bultmann, Rudolf. “Creer y Comprender
II”, Ediciones Studium, Bailén, 19 – Madrid, página 11.
[46] Ibid.,
pág.14
[47] Ibid.,
pág.63
[48] Sartre,
Jean-Paul (1905-1980)Filósofo, dramaturgo y novelista francés, nacido en París.
Sus primeras publicaciones son aplicaciones directas del método fenomenológico:
La trascendencia del ego, La imaginación (1936), Bosquejo de una teoría de las
emociones (1939) y Lo imaginario. Psicología fenomenológica de la imaginación
(1940). Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996.
[49]
Bultmann, Rudolf. “Creer y Comprender
II”, Ediciones Studium, Bailén, 19 – Madrid, página 64.
[50]
Bultmann, Rudolf. “Jesucristo y
Mitología”, Libros del Nopal, Ediciones Ariel, Barcelona, página 53.
[51] Ibid.,
pág.175
[52] Ibid.,
pág.182
[53] Ibid.,
pág.190
[54]
Bultmann, Rudolf. “Jesucristo y
Mitología”, Libros del Nopal, Ediciones Ariel, Barcelona, página 169
[55]
Bultmann, Rudolf. “Nuevo Testamento y
Mitología”, Ediciones Almagesto, Buenos Aires; 1998, página 34
[56] Ibid.,
pág. 187.
[57]
Bultmann, Rudolf. “Jesucristo y
Mitología”, Libros del Nopal, Ediciones Ariel, Barcelona, página 22
[58] Ibid.,
pág.72-73
[59]
Bultmann, Rudolf. “Nuevo Testamento y
Mitología”, Ediciones Almagesto, Buenos Aires; 1998, página 39