Thursday, January 29, 2015

Una advertencia

“La finalidad de esta advertencia es alentar el amor que procede de un corazón puro…”
Primera Timoteo 1, 5
(Traducción Biblia de América)

Es de uso corriente usar estas cartas pastorales como de autoría paulina siendo que en sí mismas distan bastante en cuanto a contenido, lenguaje y giros idiomáticos de ser de mano del apóstol Pablo. Sin embargo y dicho esto, su contenido nos muestran de manera fehaciente cómo eran las comunidades y las problemáticas que sucedían en aquel tiempo, ya más alejado de la primara comunidad cristiana y que tiene que enfrentar el segundo siglo.
No haré una exégesis del mismo, dado que no es la función de estas reflexiones. Sin que eso signifique que de no requerir, utilice este recurso para apoyar estas reflexiones. la comunidad aquí representada es una comunidad en conflicto que necesita de líderes de una mejor y mayor preparación de sus predecesores. No en el sentido estricto del conocimiento, pues nadie podría negar la capacidad teológica de Pablo, la narrativa histórica de Lucas, o bien, la sapiencia pastoral de Pedro que manifiesta en sus cartas. Sin embargo, la experiencia nos dice que cada generación necesita de líderes emergentes para continuar la misión de la Iglesia, pero que sean capaces de comprender su mundo y las contingencias que en el suceden.
El autor está convencido que es necesario tener líderes preparados para asumir esta funciones. Es la única manera en que ve el cómo hacer frente a quienes están tratando de influir en la iglesia a través de nuevas doctrinas. Las palabras que utiliza el autor es con el fin de prevenir que “no presten atención” (mëde prosechein) en el sentido de ser cuidadosos, “no todo es tan así” podríamos decir. Su afán es que no hagan caso de los Muthois, que se traduce por fábulas, pero que cuya connotación es más amplia. Nos denota un habla, una narración, una historia, una falsedad. En otras palabras, aquellos que otros traen y no se ajusta a la doctrina de la Iglesia.
Cómo ayer, hoy también debemos aclamar la misma sentencia: ¡no presten atención! Sin embargo, pareciera que esta advertencia no es más que un grito en el desierto. Debemos hacernos cargo de la vida de la Iglesia, y no hablo solamente de aquella comunidad local, sea grande o pequeña, sino de la Iglesia del Señor que debe y da testimonio en éste mundo. Como ayer, hoy hay quienes desean sacar provecho de su condición de liderazgo, sin entender que es la comunidad el sentido de todo ejercicio del poder eclesiástico.
Hoy nos haría bien ir a la simpleza de la lectura bíblica que nos dará una sanidad en cuanto a la lectura de la misma. Aboguemos por que tengamos líderes capacitados bíblica, teológica y hermenéuticamente para el bien de la Iglesia. Pero quizás lo que más debiésemos tener en cuenta es que la verdad está no en la interpretación personal, sino en la histórica de la Iglesia en cuanto a su doctrina más pura. Posibilidades hay muchas de interpretación, pero al menos, nosotros los laicos, exijamos que nuestros predicadores, sean éstos pastores o laicos, utilicen una metodología que, al menos, permitan la edificación y la orientación de los fieles y nos dejen a nosotros sacar nuestras propias conclusiones de los escuchado.
Esta advertencia Bíblica, a la comunidad histórica, es plenamente vigente hoy, Debemos mirar a la salud de la Iglesia. Aumentar ese amor puro en la comunidad. Ese amor que no tiene envidias, ni rencores, ni deseos impuros de poder. A mi juicio la única manera de volver a ello es instruyendo al liderazgo  en seminarios serios y, por sobre todo, orientados a la reflexión contemporánea. Estamos en la Iglesia del siglo XXI. Lideremos ésta Iglesia y no la primitiva que ya hizo su contribución al reino de Dios.
Dios les bendiga.