Wednesday, February 04, 2015

El gran debate sobre la Educación

El gran debate sobre la Educación.
Por Eduardo Neira M.

Hace ya bastante tiempo que venimos escuchando sobre la necesidad de reformar la calidad de la educación en nuestro país. Todos han participado en el debate: gobierno, partidos políticos, iglesias, padres y apoderados y, evidentemente, los estudiantes. No ha sido un debate fácil y, aun así, hay diferentes posturas y posibilidades. Sin embargo, deseo entrar en un debate que no hemos tenido al interior de las Iglesias ni seminarios, ¿qué de la educación teológica en el mundo evangélico?
El mundo ha cambiado muy rápidamente y, los seminarios han congelado sus mallas y su visión de mundo y, más aún, la visión de a quienes deben formar y cómo deben hacerlo. Si bien es cierto, una de las principales motivaciones de la creación de seminarios e instituciones teológicas fue la de proveerse a sí mismos de sus líderes y pastores para la misión; hoy en día necesitamos, a mi juicio, reformular los programas educativos con un visión más amplia. No sólo formar pastores o líderes, sino formar también pensadores laicos para influir en la sociedad actual a través de una mirada directa y reflexiva, a fin de ser un aporte a la sociedad.
En esta perspectiva, los laicos en la actualidad son un recurso fundamental en la vida de la Iglesia y la influencia en la sociedad. Estamos en el siglo XXI y aunque parezca obvio, las condiciones y desafíos para las denominaciones y para los cristianos evangélicos es cada vez mayor. Aun cuando es comprensible esa necesidad de mantener las doctrinas y visiones de mundo de las denominaciones, estas ya no responden a las necesidades de nuestra sociedad actual que demanda, desde el cristianismo, respuestas a los desafíos y problemas que tenemos en nuestro país.
De allí es necesario enfrentar la formación de teólogos y no sólo pastores que desde una perspectiva crítica puedan abordar las problemáticas actuales y poder opinar a través de la escritura de libros las diversas miradas del acontecer eclesiástico y cotidiano de nuestra sociedad. Cada día aparecen nuevas leyes y avanzamos a una sociedad similar en sus valores a las de la primera época del cristianismo. No es nueva ésta situación y, sin embargo, pareciera que los diferentes actores eclesiásticos rajan vestiduras como si estuvieran pasando cosas nuevas y que no han sido o, al menos, visualizados en el mismo texto bíblico.
 Es un imperativo para los seminarios e instituciones teológicas mirar sus motivaciones y, por sobre todo, visualizar el tipo de laico o pastor, líder o pensador que debe formar para las exigencias del siglo XXI. Las mallas actuales deben promover el diálogo,  la reflexión y el quehacer práctico de todos, no sólo en la iglesia sino también en la sociedad. Esto nos impone a todos los que trabajamos en docencia un esfuerzo por modificar y plantear nuevas mallas que vayan acorde a las necesidades de nuestra sociedad. No es la Iglesia la que debe beneficiarse solamente, sino también nuestra sociedad. El imperativo bíblico es llevar el mensaje de salvación al mundo, pero en sí mismo, debemos comprometernos a participar de todos aquellos debates que enfrente la sociedad de una manera seria y directa.
Dejo planteado el desafío para quizás convocar a un conversatorio en éste sentido. Sería bueno poder reunirse de manera bien intencionada para reflexionar en torno a esta materia y estos desafíos.
Dios les bendiga